miércoles, 9 de octubre de 2013

Black Victoria: la nueva era


El amanecer cada día surge nublado, sin distinguirse bien si el sol sigue siendo del color que al principio iluminaba la tierra. Después de unos meses, sol, nubes y cuervos se pueden ver en el horizonte devorando el cielo que ahora se respira vicioso por la contaminación. Ya no existen el correo, la televisión dejo de emitirse desde hace casi un año y los controles del Parlamento desaparecieron. Rebeldes, civiles, desertores, guerrilleros, un sin fin de almas intentan sobrevivir ante el esta era caótica en la que el agua y la electricidad son escasas. Grupos de manifestantes, que no eran otra cosa que grupos de civiles intentando sobrevivir, se marcharon de los ciudades a las afuera, y los que quedaban en las ciudades, matan y roban por llevarse algo a la boca.

El Parlamento ha dejado de existir, sus políticos ahora convertidos en comandantes de la guerrilla, manejan a sus anchas al control de la escasa circulación de productos que entran y salen de las contadas ciudades que quedan en pie. Liverpool, Manchester, Oxford, Londres, Glasglow y Dublín, las principales ciudades del Reino Unido, son las que quedan aun en pie y habitadas, aunque demacradas. Los únicos transportes que aun funcionan, son los coches, trenes y unos pocos aviones que la Guerrilla del Parlamento tiene bajo su posesión. Sin barcos, nadie puede entrar ni salir del Reino Unido, ni siquiera la Guerrilla. El único medio de transporte más económico y eficaz, por el momento, es el caballo.

Del resto del mundo, nada se sabe, excepto desde la última vez que se emitió las noticias, las capitales estaban en las mismas condiciones que en el Reino Unido. Algunos grupos de rebeldes irlandeses en contra de la Guerrilla, pudieron apoderarse de unos barcos y huir. Cada uno intenta sobrevivir como puede, por trueque, robar, cultivar sus productos o incluso por trabajo en algunos núcleos de los grupos de rebeldes. La Guerrilla Victoria, intenta poco a poco hacerse con el control de Inglaterra y por ende de todo el Reino Unido, pero de lo que se sabe solo pueden controlar Inglaterra y parte de Escocia, en Irlanda están resistiendo los grupos de rebeldes que se quedaron.

El principio del fin de una nueva era ha comenzado, una era caótica y calurosa en la que principalmente el Reino Unido nunca ha visto. Acostumbrados a la temperatura fría y húmeda de estas islas, ahora sus habitantes luchan por sobrevivir.  

Un hombre solitario camina despacio ante el calor sofocante de la tarde, y con este un perro olisqueando aleatoriamente el aire cargado. El hombre se detiene y toma el último trago de su cantimplora metálica. Se puede distinguir su katana junto a un carcaj de cuero lleno de flechas y un arco negro. Sus botas sucias aplastan el terreno desquebrajado por la falta de lluvia.

Ante si tiene una cuidad desértica, una ciudad en la que antaño miles de habitantes caminaban y correteaban para ir a sus puestos de trabajo y o ir a sus casa. La torre del reloj, algo deteriorada ya no mueven sus manecillas. Al rededor de la ciudad se encuentran las largas filas de coches que hace unos meses la gente tomaba para huir de la ciudad. Al acercarse a la ciudad, el perro olisquea unos pasos que, según su olfato, son recientes. El hombre se agachado, toma un poco de arena entre sus dedos y huele. Decide seguir el paso, pero esta vez, se prepara su arco con una de la flechas de pluma de cuervo.

Mientras penetra por los primeras calles de la cuidad, puede oler a quemado, olor a madera quemada más bien. Se detiene y mira a su alrededor. Parece que algo le llama la atención, pero es solo una chapa de coche golpeada por el aire seco y caliente de la atmósfera. El perro corre y salta entre los coches y algún cadáver en el suelo.

A su derecha se encuentra una tienda de supermercado con el cierre a medio bajar y con cajas de cartón por todos lados de la entrada. Decide entrar a la tienda, agachado y pasando por el cierre...